❝Cuando los mediocres se organizan, no ascienden por mérito, sino por número, y al llegar al poder, no gobiernan, improvisan.❞ Antonio Gramsci.
De entrada debo aclarar que para argumentar este escrito no entraré en la narrativa ni maniqueísmo de criticar la designación de Magín Díaz como Ministro de Hacienda por parte del presidente Luis Abinader, (por supuestos vínculos partidarios) el asunto es más profundo, y entraremos en detalles...
El retorno de Magín Díaz al tren gubernamental «ahora como ministro de Hacienda» no es una señal de fortaleza técnica, sino la confirmación más clara de la debilidad política del PRM, el mismo partido que prometía renovación y cambio ha terminado recurriendo, una vez más, a las figuras que antes acusaba de ser parte del problema.
Porque hay que decirlo sin rodeos: Magín no es una apuesta nueva ni un descubrimiento del oficialismo, recordemos que fue subsecretario de Estado de Finanzas en el gobierno del presidente Hipólito Mejía. Luego se desempeñó como viceministro de Política Fiscal (2012-2013) y de Crédito Público (2013-2016) y director general de la Direccion General de Impuestos Internos (DGII) en el ultimo gobierno de Danilo Medina, y en ese tiempo, en septiembre de 2019 fue objeto de duras críticas por parte de la alta dirigencia del PRM, que lo acusaba violar la Ley 41-08 de Función Pública, e intimado formalmente mediante actos de alguacil, en aquel momento el delegado político del PRM ante la Junta Central Electoral (JCE), Orlando Jorge Mera, lo acuso de integrar activamente la campaña del PLD mientras ocupaba funciones públicas.
Hoy, sin embargo, la realidad ha mordido al partido gobernante, casi 5 años después de haber llegado al poder, el PRM ha demostrado que dentro de sus filas no lograron producir ni formar un solo cuadro económico de peso nacional, y su única salida y alternativa ha sido reciclar a los mismos técnicos que antes despreciaban.
El patrón se repite
El caso de Magín no es aislado, sino parte de una tendencia que revela un vacío estructural:
Héctor Valdez Albizu, gobernador del Banco Central desde 1994 (un mal sistémico, ¿Y cuándo Valdez Albizu muera su hundirá el país?) fue ratificado por el PRM como si no existiera economista alguno en sus filas, aquel hombre que fue tildado de “cómplice del endeudamiento irresponsable” y el «desastre económico», ahora es tratado como pilar de estabilidad.
Juan Manuel Méndez (otro mal sistémico, ¿Y cuándo Juan Manuel Méndez muera, nos ahogaremos todos?) Director del Centro de Operaciones de Emergencias (COE) desde el gobierno de Hipólito Mejía, ha sobrevivido intacto a todas las transiciones, incluyendo la del «cambio», y no será porque el PRM lo vea como propio, sino porque no tienen a quién poner.
Se cuenta que hasta el «presidenciable» Eduardo Sanz Lovatón, aunque figura oficialista, ha tenido que rodearse de técnicos independientes o exfuncionarios para evitar el naufragio en Aduanas.
El discurso de la «decencia técnica» se ha convertido en una trampa, el PRM apostó todo a la moral, pero olvidó lo esencial, la preparación, hoy, la improvisación reina en ministerios clave, el clientelismo se impone en las direcciones generales, y la gobernabilidad económica depende «otra vez» de los mismos “malos” que ayer fueron denunciados con vehemencia y rabia.
¿Cambio? No, continuismo técnico sin vergüenza
El “cambio” no ha llegado, se quedó en el camino, lo que ha llegado es la administración con nostalgia y resignación, volver a los tecnócratas del pasado no por convicción, sino por falta de opciones, si antes eran parte del supuesto desastre, ¿por qué ahora son los llamados a salvar el barco?
La respuesta es clara, el PRM no tenía plan de gobierno, simplemente se aprovechó de un coyuntura, no tiene estructura de formación, no tiene escuela de Estado, no tiene cantera de activos políticos preparados para ocupar funciones públicas, lo que sí tiene son operadores políticos, estructura periodística y comunicadores “independiente” y mediáticos, lo que nos deja ante servidores públicos incompetentes.
Magín Díaz, el hombre que ayer fue blanco de sospechas, hoy es elevado como salvador, lo cual revela, con brutal claridad, que el gobierno no confía ni siquiera en sus propios economistas.
Nombrar a Magín no es una jugada brillante, es una confesión,
una confesión de derrota interna, de vacíos humanos, de improvisación como sistema, una confesión de que, a pesar del discurso del cambio, gobierna el continuismo más frío y cínico, el de las ideas prestadas y los técnicos reciclados, o en el lenguaje más sarcástico, cuidado si Luis Abinader se está «cuidando», de que no le apareciera otro/a “presidenciable” de su PRM, a través del Ministerio de Hacienda.
“La incompetencia es el único pecado que los gobiernos nunca se atreven a confesar, pero siempre terminan evidenciando.” George Bernard Shaw.
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