❝Denunciar el mal está muy lejos de hacer el bien.❞ Philip Gourevitch.
La Organización de las Naciones Unidas, ese gigantesco edificio en Nueva York con bandera multicolor y discursos llenos de buenas intenciones, es en realidad un teatro diplomático donde 193 países hacen coro, pero solo cinco afinan la música… y, para colmo, uno solo puede desconectar el micrófono a todos.
Allí, cada año, la Asamblea General se llena de pronunciamientos “históricos”, resoluciones “trascendentales” y votaciones aplastantes de 185 a 2. ¿El problema? Que si el tema pasa al Consejo de Seguridad, basta con que Estados Unidos, Rusia, China, Francia o Reino Unido levanten el dedo (en señal de veto) para que todo ese trabajo, toda esa indignación y todo ese papel impreso no sirva ni para reciclaje.
La ONU dice que nació para “preservar la paz y la seguridad internacionales”, pero en la práctica parece diseñada para preservar la impunidad de las grandes potencias. Que un país pequeño viole un tratado: sanciones, misiones de paz, discursos moralistas. Que una superpotencia invada, bombardee o viole el derecho internacional: silencio… o un “lamentamos profundamente” sin consecuencias.
Es como un árbitro que pita faltas solo si no es contra el equipo dueño del estadio. Y encima, los dueños del estadio tienen derecho a cambiar las reglas en medio del partido.
¿Para qué sirve la ONU? Para nada Ó para muy poco.
Sirve para que los débiles se sientan escuchados mientras los fuertes hacen lo que quieren, sirve para que los dictadores tengan tribuna y para que las potencias vistan de legalidad lo que ya decidieron hacer, sirve para emitir comunicados “urgentes” que tardan semanas, meses o años, cuando la urgencia se mide en cadáveres diarios.
En resumen, la ONU es la mayor ONG del planeta, con presupuesto multimillonario, cuya función principal es organizar conferencias donde el mundo se queja… y donde un puñado decide si esas quejas terminan en acción o en papel mojado.
Y mientras tanto, nosotros, el resto del planeta, seguimos aplaudiendo cada vez que dicen que “la comunidad internacional está preocupada”, porque al parecer, en la ONU, la preocupación es el producto de exportación final.
Pero si alguien aún duda de esta inutilidad funcional, basta con mirar Gaza.
En plena era de la información, mientras todos vemos en vivo y en alta definición cómo Israel bombardea hospitales, arrasa barrios enteros y asesina familias completas, la ONU se limita a emitir “resoluciones condenatorias” y a convocar “sesiones de emergencia” donde las mismas palabras huecas se repiten como eco.
No hay sanciones, no hay embargos, no hay tropas de protección, solo hay declaraciones de “profunda preocupación” y caravanas de camiones de “ayuda humanitaria” que llevan arroz y harina a quienes ya tienen marcado el destino, ser bombardeados unas horas después, es la asistencia humanitaria como anestesia previa a la ejecución.
Mientras tanto, el Consejo de Seguridad se paraliza porque Estados Unidos, con su dedo de veto, protege cada crimen de guerra israelí, o cualquiera de los otros cuatro (Rusia, China, Francia o Reino Unido), protegiendo a su criminal favorito, con la misma frialdad con que se aprieta un interruptor de luz, los cadáveres se apilan, los niños mueren de hambre y sed, y la ONU, pide “acceso sin obstáculos para la ayuda”, como si llenarles el estómago por unas horas compensará el hecho de que mañana estarán bajo los escombros.
Gaza es hoy la radiografía perfecta de lo que la ONU realmente es
Un organismo que suplica al verdugo que, por favor, dé un sorbo de agua a la víctima antes de degollarla, un escenario donde se pronuncian discursos con voz temblorosa mientras, afuera, la masacre continúa con la bendición tácita de quienes tienen el poder real.
Si esto es lo mejor que puede hacer la “máxima instancia internacional” para detener un genocidio televisado en tiempo real, entonces la pregunta inicial ya tiene respuesta definitiva, la ONU sirve para llorar, para lamentar y para archivar, pero no para salvar vidas.
La ONU es el velorio más caro del mundo, todos hablan, todos lloran, todos condenan, pero nadie detiene al asesino que sigue disparando en la puerta.
@BienvenidoR_D
@bienvenidocheco
bienvenidocheco@hotmail.com
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