El Nobel incendiario - Pimentel en la red

Más Recientes

Nuestras Redes Sociales

Sígueme en YouTube Sígueme en Facebook Sígueme en Instagram Sígueme en WhatsApp  Sígueme en Twitter

Post Top Ad

Responsive Ads Here

sábado, 18 de octubre de 2025

El Nobel incendiario

❝¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, más por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia.❞
(Mateo 23:27).

El mundo volvió a demostrar que la mentira, cuando se viste de gala, consigue aplausos y,  que la hipocresía, cuando viene acompañada de una cinta dorada y una sonrisa fotogénica, puede hacerse pasar por virtud. La reciente entrega del Premio Nobel de la Paz a la señora María Corina Machado es, sin exagerar, una bofetada a la inteligencia moral de la humanidad. Un episodio más en la larga lista de despropósitos de un comité que, en nombre de la “paz”, ha premiado la agitación, la manipulación y la violencia política convertida en espectáculo.

Los emporios mediáticos «esas fábricas globales de opinión en serie» se han encargado de fabricar la narrativa: que este Nobel es un mensaje al gobierno venezolano, una señal divina de que el “fin está cerca”. Y lo repiten en cadena, como si cinco parlamentarios noruegos tuviesen la potestad de dictar el destino de los pueblos soberanos, de tumbar gobiernos o legitimar conspiraciones bajo el disfraz del pacifismo.

La señora Machado, presentada como una heroína de la libertad, ha sido en realidad una de las voces más incendiarias del espectro político latinoamericano, su discurso, alimentado de odio y exclusión, ha contribuido por años a polarizar a su propio país, a agitar la calle, a promover sanciones extranjeras que han castigado a millones de inocentes, y a coquetear con la idea del colapso institucional si eso le acerca al poder. Pero ahora, gracias al prestigioso sello escandinavo, su historial de agitación se traduce en “coraje”, su intolerancia en “defensa de los derechos humanos” y su oportunismo en “esperanza democrática”.

El Nobel de la Paz «que alguna vez distinguió a líderes morales como Martin Luther King, Nelson Mandela o Teresa de Calcuta» parece hoy una herramienta de ingeniería política global, ya no premia la paz, sino la conveniencia; no honra la reconciliación, sino la narrativa dominante, es un trofeo más en el arsenal mediático de Occidente, útil para construir relatos, derribar legitimidades o maquillar intervenciones. 
 
Que nadie se engañe: el Nobel no cae del cielo, ni se otorga por iluminación espiritual, se cocina en comités, se adereza con intereses geopolíticos y se sirve al gusto de quienes dominan la mesa, si la galardonada es funcional a ciertos intereses, se le llama símbolo; si no lo es, se le ignora o demoniza. El resultado: una “paz” a la medida del mercado y una moral selectiva que exalta a unos mientras crucifica a otros.

Esta decisión no es inocente ni anecdótica, forma parte de un relato más amplio, una ofensiva simbólica donde se reescriben los conceptos mismos de bien y mal, la guerra se llama “operación humanitaria”, la injerencia “solidaridad internacional” y la agitación política “activismo por la libertad”, todo es relativo cuando los medios y los organismos globales deciden quién merece el título de víctima o de verdugo.

La paradoja es grotesca: se premia a una agitadora mientras el pueblo venezolano sigue cargando con los efectos de las sanciones, del bloqueo y de una guerra económica bendecida por esos mismos círculos que hoy la celebran, se aplaude la “resistencia” mientras se incendia la paz social; se glorifica la “libertad” mientras se castiga al pueblo que eligió un camino distinto al dictado por las potencias. Reitero, esto no es un asunto de defender a Nicolás Maduro, es que se pasaron de cínicos.

Y para colmo de ironías, ese Nobel de la “paz” ha terminado siendo, para la maquinaria guerrerista del norte y su ejército mediático, el combustible que faltaba, desde el mismo instante del anuncio, pareciera haberse encendido una nueva carrera hacia la provocación militar: buques de guerra surcando el Caribe, aviones desplazándose hacia las costas venezolanas, y un contingente que se mueve bajo el amparo de un discurso hipócrita que habla de “defender la democracia y lucha contra el narcotráfico”. Todo un contrasentido monumental: un premio a la paz convertido en mecha de conflicto, en chispa diplomática que legitima la presión bélica y la intimidación estratégica.

Por eso, más que un galardón, este Nobel es un mensaje cifrado: la paz no importa, lo que importa es quién la pronuncie y, si la pronuncia una aliada de las élites, entonces hasta el fuego se vuelve virtud, y hasta el odio, causa justa.

No es exageración decir que con este Nobel no se apagó ningún conflicto, sino que se encendió otro, que la “paz” volvió a ser usada como coartada, y que el fuego, una vez más, cambió de manos, pero no de naturaleza.
Porque cuando los incendiarios reciben coronas de olivo, la humanidad pierde su rumbo moral.

Y cuando se premia la mentira, la verdad arde en silencio.
❝La hipocresía es el homenaje que el vicio rinde a la virtud.❞: François de La Rochefoucauld (1613-1680), moralista francés.

Por: Bienvenido Checo,-
@BienvenidoR_D
@bienvenidocheco
bienvenidocheco@hotmail.com
Print Friendly, PDF & Email

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Pages