En nuestras cárceles hay muchos Pablos Ross - Pimentel en la red

Más Recientes

Nuestras Redes Sociales

Sígueme en YouTube Sígueme en Facebook Sígueme en Instagram Sígueme en WhatsApp  Sígueme en Twitter

Post Top Ad

Responsive Ads Here

martes, 18 de noviembre de 2025

En nuestras cárceles hay muchos Pablos Ross

«Estuve enfermo y me visitaron, estuve en la cárcel y vinieron a verme».
Mateo 25:36
Esto no es en contra de Pablo Ross, lo aclaro desde el inicio para que nadie intente torcer el punto. Es a favor de todos los que viven lo mismo que él y no tienen un solo ser humano afuera que levante la voz por ellos, porque mientras el país discute su caso con una intensidad casi emocional, miles de reclusos con enfermedades igual de graves o peores siguen deteriorándose sin ruido, sin prensa, sin defensores y sin posibilidad real de ser escuchados.
El caso de Pablo Ross volvió a encender el show público, desde que se conoció que tiene cáncer de próstata con metástasis y que el tribunal le rechazó la libertad condicional, surgieron comunicadores, figuras sociales y sectores influyentes pidiendo trato humanitario (reclaman sensibilidad) Dicen que la cárcel no es lugar para alguien en ese estado, hablan de justicia compasiva.

Todo eso suena muy bonito, pero solo funciona cuando el protagonista tiene cámara, historia mediática o una sombra de poder detrás, cuando es alguien visible, aparece la sensibilidad nacional, cuando no lo es, reina el silencio.

Ahí está el detalle. 
A Pablo Ross se le defiende porque la sociedad lo conoce, porque tiene trayectoria, porque tiene gente que escribe, que llama, que mueve contactos, mientras tanto, en Najayo, en La Victoria, en Rafey, en cualquier recinto del país, hay hombres y mujeres que llevan años apagándose con enfermedades terminales, que ya cumplieron la mayor parte de sus penas, que no representan peligro alguno y que aun así permanecen ahí como si sus vidas valieran menos, pues al igual que el CORONEL, no tienen quien les escriba.

La ironía salta sola. 
La humanidad dominicana funciona como un interruptor, se enciende cuando aparece una figura pública, se apaga cuando se trata de un desconocido, pedimos compasión, pero solo cuando hay cámaras cerca, exigimos justicia, pero solo cuando el caso es “interesante”, hablamos de derechos humanos, pero solo cuando conviene a la narrativa del día.

La pregunta es simple. 

¿Por qué esas voces que hoy defienden a Pablo Ross no exigen un mecanismo claro en la ley que proteja a todos los reclusos con enfermedades catastróficas y con gran parte de sus condenas cumplidas?, ¿Por qué no reclamar una modificación al Código Penal que establezca casa por cárcel como medida humanitaria general, sin importar apellido, fama o conexiones?. Eso sí sería coherente, eso sí sería justicia igualitaria, eso sí sería humanidad real.

Pero ahí la sociedad calla. 

Porque hacer ruido por uno conocido es más cómodo que defender a mil anónimos, porque es más fácil indignarse por un caso mediático que enfrentar la verdad: las cárceles dominicanas son depósitos de personas enfermas que están siendo olvidadas por completo, cementerios de hombres y mujers vivos, como bien se dice, lugares donde la salud, el tiempo cumplido y la dignidad no significan nada si no hay un nombre famoso respaldando.

Si de verdad queremos hablar de compasión, entonces que sea para todos, sin excepción "Como dijo la monjita", porque si vale para uno, vale para todos. O de lo contrario dejemos de fingir que somos una sociedad sensible.

Y lo repito sin rodeos. 
Esto no es en contra de Pablo Ross, es en contra de la selectividad hipócrita con que decidimos quién merece misericordia y quién se queda muriendo en silencio sin que nadie siquiera pregunte su nombre.

«La hipocresía es el homenaje que el vicio rinde a la virtud.»
François de La Rochefoucauld

Por: Bienvenido Checo,-
@BienvenidoR_D
@bienvenidocheco
bienvenidocheco@hotmail.com
Print Friendly, PDF & Email

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Pages