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lunes, 3 de noviembre de 2025

Petróleo; la real droga

❝Porque codiciaron campo, y lo robaron; y casas, y las tomaron; oprimieron al hombre y a su casa, al hombre y su heredad.❞ Miqueas 2:2
Otra vez el Caribe huele a pólvora. 
Las aguas venezolanas, con sus reservas y su posición estratégica, se han convertido en el nuevo tablero donde Estados Unidos exhibe músculo militar bajo el nuevo disfraz de “lucha contra el narcoterrorismo”, una narrativa reciclada de otras tantas ya gastadas, pero útil para encubrir lo de siempre, el control del petróleo.
No hay misterio. 
La historia es la misma con distinto acento, en 2003 fueron las “armas de destrucción masiva” de Irak, un fraude monumental que costó cientos de miles de vidas y dejó el mapa del Medio Oriente en ruinas, ahora el libreto se reescribe frente a las costas de Venezuela, con buques, drones y retórica patriótica; el guion siempre arranca igual: demonizar al adversario, justificar la presencia militar y santificar la intervención.

El petróleo es la verdadera droga. 
No la que persiguen con helicópteros, sino la que se inyectan las potencias para mantener su maquinaria encendida, es la sustancia que adormece las conciencias, distorsiona la realidad y crea dependencia absoluta, los discursos de “democracia”, “libertad” o “derechos humanos” son apenas excusas decorativas; placebos morales para encubrir la codicia de siempre.

Y mientras tanto, las cancillerías sumisas del continente vuelven a aplaudir, algunos gobiernos (si se le pudise llamar asi) de América, más dispuestos a obedecer que a pensar, repiten el libreto con devoción servil, funcionan como cajas de resonancia de la mentira, justificando maniobras que no los benefician en nada, pero los hace sentir útiles al amo del norte, el servilismo sigue siendo la ideología más rentable del hemisferio.

El Caribe no es un mar, es un espejo. 
En él se refleja la soberbia de un imperio que no tolera independencia energética en su patio trasero, cada portaaviones anclado frente a nuestras costas es un recordatorio de que la adicción al crudo continúa, y que toda tentativa de soberanía energética se convierte automáticamente en “amenaza regional”.

No hay novedad, sólo un ciclo que se repite. 
Las guerras ya no necesitan justificación creíble, basta con control narrativo y, el mundo, anestesiado por pantallas y titulares prefabricados, consume la mentira con la misma naturalidad con que llena el tanque.

El petróleo, esa droga negra y viscosa, sigue siendo el verdadero dios de la civilización moderna, todo lo demás "los discursos, las sanciones, las banderas" son rituales de una fe hipócrita.

La diferencia es que ahora la aguja apunta al Caribe.

❝Cuando el poder ama más el petróleo que la verdad, la guerra se vuelve un negocio y la mentira, su bandera.❞ Eduardo Galeano.

Por: Bienvenido Checo,-
@BienvenidoR_D
@bienvenidocheco
bienvenidocheco@hotmail.com
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