¿El truco?, Muy sencillo: “ablandar” tanto el agua que se vuelva ligera, insípida, casi un fantasma líquido, usted bebe un vaso y, al minuto, necesita otro, es como el ciclo infinito de la garganta insatisfecha.
En las plantas embotelladoras se habla de filtros, cloros, ósmosis y minerales que entran y salen como actores de reparto, pero el consumidor común no escucha eso, solo siente que, por más que trague, la lengua le sigue pidiendo, ¡Magia de mercado!, mi preferida es La ¡Sabroooooooooooosa!!, aunque lamentablemente no tiene publicidad en este medio.😂😂😂😂😂😂
Y mientras el ciudadano llena botellones, la empresa llena bolsillos, porque, si el agua calma, el negocio se enfría, pero si el agua “da más sed”, pues el negocio hierve.
¿Químicos secretos? ¿Conspiración hídrica? Tal vez no, lo cierto es que, en la economía de la sed, siempre hay un ganador, y adivinen; nunca es el que compra el agua, mucho menos el que carga el botellón a cuestas.
PD: Esta sátira no es denuncia técnica, ni nada en contra del «negocio del agua embotellada», es una crónica mordaz que juega con una duda que me persigue desde el 2002, "inducida por alguien con quien en aquel momento laborábamos juntos en una prestigiosa empresa embotelladora de agua en la capital", y con el paso del tiempo esa duda se me ha ido incrementando, y muchas veces la duda misma dice más de la realidad que la respuesta oficial.
Por: Bienvenido Checo,- @BienvenidoR_D
@bienvenidocheco
bienvenidocheco@hotmail.com
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