❝Sin Paños Tibios❞》》》
La fiebre no está en la sabana, y la fiebre como tal ni siquiera es la enfermedad, tan sólo un síntoma visible de ella.
El apagón general del martes 12 puso al gobierno contra las cuerdas, de mala manera. El desafío planteado no es técnico, es político.
Buscar respuestas es importante, sí; sistematizar aprendizajes de cara a fortalecer la capacidad de respuesta en el futuro, también lo es; pero, lo que debería importar al gobierno son las repercusiones que esto podría tener, no en un 2028 [aún] lejano –porque eso lo diluye el tiempo–, sino en que un evento de esa naturaleza pueda volver a ocurrir, y encuentre al gobierno exactamente como lo encontró (dando “mantenimiento” al Metro, por ejemplo).
El problema no es el Blackout ni sus efectos, porque de haber ocurrido en un contexto de gestión óptima del sistema eléctrico por parte del gobierno, habría sido tratado por la opinión pública como lo que se supone que es: un accidente. Sin embargo, el apagón es visto y asumido como un eslabón más en una cadena de infortunios, accidentes y malas prácticas de gestión, que condicionan y determinan el marco mental dentro del cual se analiza el apagón.
El problema de fondo es la credibilidad de las autoridades del sector eléctrico de la República Dominicana, afirmación sustentada en el deterioro sistemático de todas las variables e indicadores que miden gestión y resultados.
Por donde quiera que se mire, el sistema eléctrico está en crisis. Eso es un axioma, no necesita demostración.
Los actores que están al frente de la gestión de la crisis, son quienes han estado creando a lo largo de los años las condiciones de la crisis. Anuncios van y vienen; ruedas de prensa van y vienen; y seguimos sin comprar medidores; sin avanzar en la instalación de líneas de transmisión; sin enfrentar las pérdidas técnicas, etc. Lo único que ha hecho el agujero eléctrico en estos cinco años, es aumentar. Eso también es un axioma.
Dentro de lo malo existe algo bueno. El apagón del martes demostró al presidente que la situación no era del color rosa que le pintaban sus funcionarios. Las contradicciones en el relato del MEM –al más alto nivel–, evidencian ausencia de control.
El anuncio de que en dos semanas estará listo un informe “preliminar” sobre el incidente, evidencia una desconexión total con el timing político del suceso y sus repercusiones electorales. El “Comité de Fallas” ha hecho honor a su nombre.
El presidente puede cambiar cabezas en la ETED (Decreto 653-25), pero el problema no es una parte del conjunto, es el todo. Echar vino nuevo en odres viejos es una pérdida, tanto para el vino nuevo, como para los odres viejos, dice La Palabra.
O se cambia todo el conjunto eléctrico, o estamos condenados a repetir la misma historia… Y que recuerde el gobierno que con apagones no se ganan elecciones. Por: Federico A. Jovine Rijo.-
@FedericoJovine
@federicojovine
fjovine@email.com



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