❝Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen.❞
Romanos 1:28
Hay días en que uno se pregunta si la República Dominicana sigue siendo una nación o si ya mutó en un experimento social de laboratorio, donde se mide hasta qué punto el morbo puede sustituir a la vergüenza, lo que antes escandalizaba, hoy entretiene, lo que antes se escondía, hoy se promociona, lo que antes era pecado, hoy es “contenido viral”.
Los ejemplos sobran, pero hay dos que resumen con precisión quirúrgica el nivel de degradación colectiva que nos arropa: los Realitys Shows “La Casa de Alofoke” y “La Mansión de Luinny”, dos monumentos a la indecencia, construidos con el aplauso de millones y la indiferencia de las autoridades, dos escenarios donde se predica la pornografía emocional, el insulto como argumento, el manoseo como performance y la vulgaridad como lenguaje nacional.
No estamos ante simples programas de entretenimiento, estamos frente a auténticos laboratorios de embrutecimiento masivo, allí, donde la obscenidad tiene cámaras, micrófonos, patrocinadores y audiencia cautiva, donde lo grotesco se convierte en tendencia, lo abyecto se viste de “influencia” y, mientras tanto, la sociedad "que aplaude y comparte" sigue cayendo en picada.
La tragedia no es que existan Santiago Matías ni Luinny Corporán, el drama real es que su producto se ha convertido en el espejo más fiel de lo que hoy somos, en un país donde la educación pública agoniza, donde el respeto se cotiza menos que el peso y la moral es un souvenir de tiempos pasados, los dominicanos de a pie "y los de arriba también" se acuestan, se levantan y estructuran su día en función de lo que ocurre en “la casa” o “la mansión”.
En los bancos, oficinas, escuelas, ministerios y hasta en los salones de belleza, la conversación gira sobre lo mismo: quién insultó a quién, qué mujer fue humillada en cámara, quién se acostó con quién, cuántas veces, y si el video “ya salió”, esa, es la agenda nacional, esa es la nueva cultura popular: una competencia de bajeza, transmitida en alta definición.
La sociedad dominicana ha normalizado la degradación
Se ha vuelto adicta al morbo, como quien necesita una dosis diaria de vulgaridad para sentirse vivo, los medios, los opinadores y los “creadores de contenido” refuerzan el ciclo, todos quieren un pedazo del espectáculo, aunque sea vendiendo su dignidad en cuotas, la inmoralidad dejó de ser escándalo y se convirtió en estrategia de mercado.
Y ahí están ellos, los nuevos ídolos
Santiago Matías y Luinny Corporán, coronados como "profetas de la decadencia" conducen, producen y monetizan la banalidad, convierten el desecho cultural en oro digital y, lo más alarmante: lo hacen con la bendición de una audiencia que aplaude, ríe y repite cada barbaridad como si fuera doctrina.
La República Dominicana atraviesa un proceso de anestesia colectiva.
La moral pública ha sido sustituida por el algoritmo, la ética por el “trend”, la reflexión por la visualización, mientras tanto, los niños crecen pensando que la fama no se construye, se compra, que el respeto no se gana, se simula y, que el éxito consiste en humillar a otro frente a una cámara.
❝Cuando la inmoralidad se convierte en espectáculo, la sociedad ya dejó de ser espectadora.❞
En esta tragicomedia nacional, los intelectuales callan, los medios serios se hacen los distraídos y las autoridades se esconden tras la excusa de la “libertad de expresión”, como si promover pornografía, vulgaridad y violencia verbal fuera un derecho ciudadano. No hay política pública que enfrente esta epidemia de estupidez colectiva; al contrario, parece que la toleran porque distrae, porque anestesia, porque conviene.
Lo más perverso es que, en este país donde la educación colapsa, la gente ya no quiere aprender, sino “aparecer”, no busca conocimiento, sino visibilidad, no importa el costo moral, si el video se vuelve viral y, así, sin darnos cuenta, hemos llegado al punto donde los realitys son nuestras nuevas aulas, y los productores del morbo, nuestros nuevos maestros.
Y para cerrar "sin ironía, pero con dolor" no duden ustedes que pronto el Ministerio de Educación creará una nueva asignatura obligatoria, con su profesor nombrado y su plan curricular aprobado, “La Casa o La Mansión I y II”, con prácticas semanales, evaluaciones por “rating” y tareas sobre cuántas eyaculaciones hubo en el episodio más reciente.
Lo trágico no es que el pueblo se ría de su propia miseria, lo trágico es que ya no se da cuenta de que es su miseria lo que aplaude, porque así funciona este país: premiamos el escándalo, ignoramos la decencia y hacemos de la estupidez un espectáculo nacional.
Así de bajo hemos caído.
❝He aquí que esta fue la maldad de Sodoma tu hermana: soberbia, saciedad de pan y abundancia de ociosidad tuvieron ella y sus hijas, y no fortaleció la mano del afligido y del menesteroso. Y se enorgullecieron, e hicieron abominación delante de mí, y cuando lo vi, las quité.❞
Ezequiel 16:49-50
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